Querer a alguien conllevan dos
consecuencias: las buenas y las malas.
Las buenas todos los sabemos, pero
son las consecuencias malas las que no se nombran en los cuentos, en las
historias todo termina con un “Y vivieron
felices y comieron perdices”, pero nadie cuenta como el príncipe y la
princesa se pelean y discuten, pero finalmente lo arreglan… o dejan todo
aquello por lo que lucharon en su día.
En los cuentos nadie habla de cómo el
príncipe prefiere muchas veces irse de fiesta con el resto de sus amigos dejando
a la princesa sola, mientras que esta hay veces que deja a sus amigas y prefiere
quedarse con él.
En los cuentos nadie habla de cómo el
príncipe hunde a la princesa con sus palabras y le echa cosas en cara que él
mismo hace, o que incluso son mentira, mientras que la princesa prefiere
callarse y aguantar para que el príncipe no se cabree y poder estar en paz.
En los cuentos nadie habla de
cómo parece que hay veces en las que la princesa es la única interesada en la
relación ya que observa el comportamiento pasota e individualista del príncipe.
En los cuentos nadie habla de cómo el
príncipe y la princesa acaban discutiendo por verdaderas tonterías que
empezando siendo bromas y acabaron cogiendo fortaleza y se convirtieron en
palabras hirientes.
En
los cuentos nadie habla de cómo la princesa llora algunas noches de la pura impotencia y de todo lo que lleva
guardado en su interior, o simplemente
de las ideas masoquistas que se le pasan por la cabeza pero que sabe que
si las llega a hacer se arrepentiría siempre.
¿Y
de verdad se sorprende el príncipe si nota rara a la princesa? Lo raro sería
que no se notara. Y lo gracioso es que la princesa seguirá queriendo al príncipe
como al primer día, incluso mil veces más, pero la princesa tiene un soporte, y
un día se romperá. La princesa refleja como la tratan, si ve días tras días como
el príncipe se muestra diferente con ella, aprenderá a comportarse igual. La
princesa no es tonta ni ignorante, es una chica enamorada.
Y
ella seguirá de pie, dando un paso cada día, porque a pesar de todo, el príncipe
y la princesa se quieren, y eso nadie lo puede dudar, incluso ni ellos mismos;
porque saben, que a pesar de las cosas malas, las cosas buenas superan mil
veces a las malas. De cómo cada mirada mutua basta para hacerlos sonreír. Y a
la princesa se le olvida todo cuando está entre los brazos de su príncipe.
-Te.
No hay comentarios:
Publicar un comentario