Seguidores

sábado, 25 de enero de 2014

La doble cara de la moneda.

Querer a alguien conllevan dos consecuencias: las buenas y las malas.

Las buenas todos los sabemos, pero son las consecuencias malas las que no se nombran en los cuentos, en las historias todo termina con un “Y vivieron felices y comieron perdices”, pero nadie cuenta como el príncipe y la princesa se pelean y discuten, pero finalmente lo arreglan… o dejan todo aquello por lo que lucharon en su día.

En los cuentos nadie habla de cómo el príncipe prefiere muchas veces irse de fiesta con el resto de sus amigos dejando a la princesa sola, mientras que esta  hay veces que deja a sus amigas y prefiere quedarse con él.

En los cuentos nadie habla de cómo el príncipe hunde a la princesa con sus palabras y le echa cosas en cara que él mismo hace, o que incluso son mentira, mientras que la princesa prefiere callarse y aguantar para que el príncipe no se cabree y poder estar en paz.

En los cuentos nadie habla de cómo parece que hay veces en las que la princesa es la única interesada en la relación ya que observa el comportamiento pasota e individualista del príncipe.

En los cuentos nadie habla de cómo el príncipe y la princesa acaban discutiendo por verdaderas tonterías que empezando siendo bromas y acabaron cogiendo fortaleza y se convirtieron en palabras hirientes.

En los cuentos nadie habla de cómo la princesa llora algunas noches de la pura impotencia y de todo lo que lleva guardado en su interior, o simplemente  de las ideas masoquistas que se le pasan por la cabeza pero que sabe que si las llega a hacer se arrepentiría siempre.

En los cuentos nadie habla de las cosas que echa de menos la princesa, ni las cosas que a ella le gustaría hacer pero que al príncipe le aburren o simplemente no le apetecen hacer. Después la princesa tendrá que escuchar al príncipe quejarse porque nunca hacen nada nuevo, de cómo siempre hacen lo mismo y no hay diversidad.

¿Y de verdad se sorprende el príncipe si nota rara a la princesa? Lo raro sería que no se notara. Y lo gracioso es que la princesa seguirá queriendo al príncipe como al primer día, incluso mil veces más, pero la princesa tiene un soporte, y un día se romperá. La princesa refleja como la tratan, si ve días tras días como el príncipe se muestra diferente con ella, aprenderá a comportarse igual. La princesa no es tonta ni ignorante, es una chica enamorada.

Y ella seguirá de pie, dando un paso cada día, porque a pesar de todo, el príncipe y la princesa se quieren, y eso nadie lo puede dudar, incluso ni ellos mismos; porque saben, que a pesar de las cosas malas, las cosas buenas superan mil veces a las malas. De cómo cada mirada mutua basta para hacerlos sonreír. Y a la princesa se le olvida todo cuando está entre los brazos de su príncipe.

-Te.

No hay comentarios:

Publicar un comentario