Seguidores

jueves, 24 de octubre de 2013

Carolina

“Es un simple bache”, dicen. Pero y si se te pinchan las ruedas, ¿cómo sales de él? Algunos dirán “no sales”, otros dirán “empujando” Si, empujando… Puedes hacerlo una  vez, y otra, y otra…y quizás otra más. Pero llega un momento en el que ya no puedes, te cansas, te sientes frágil, débil, inútil, vacía… Sientes que no eres capaz de superar ese obstáculo. Lo intentas y fallas. Lo vuelves a intentar y vuelves a fallar. Caída tras caída. Somos como un jarrón, parecemos fuertes, pero no lo somos. El jarrón se cae, se rompe y somos capaces de arreglarlo. ¿Pero quién tiene en cuenta sus grietas? Ah… tú te caes, te levantas, y por mucho que te “arregles”, al igual que el jarrón, siempre quedarán esas grietas. Grietas que, al volver a caer, se hacen más y más grandes, y llega un momento en el que esas grietas  son imposibles de arreglar, de disimular. Entonces es cuando te rompes, te rompes en mil pedazos. Pedazos que caen como lágrima, lágrimas que en un día de lluvia, caen en su compás.

Y dime, ¿Cuántos intentos fallidos llevan escritas tus ojeras?

No hay comentarios:

Publicar un comentario