Llega un
día, en el que, simplemente, te
cansas. Te cansas de la rutina,
de perseguir imposibles, de esperar, de que no te tomen en serio. Te
cansas de todo y a la vez de nada. Te vez sumergida en una especie de
tormenta que parece que no va a tener fin nunca, pero, de repente, un día, esa
tormenta pasa a ser una simple llovizna, y después, desaparece. Entonces, y solo entonces, te atreves a
desafiar al mundo con tu sonrisa.
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